Libros

domingo, 10 de marzo de 2019

Felisberto y la linterna





   Dentro de la desconcertante obra del escritor y músico uruguayo Felisberto Hernández (1902 -1964) me detengo brevemente en un cuento -a decir verdad, en un punto de este cuento- enteramente sugestivo que quizás muchos de ustedes conocen: "El caballo perdido" (1943).
   En cierto pasaje de este texto asistimos a una escena donde el niño (narrador y protagonista) se prepara para una lección de piano dictada por su profesora (Celina) y en compañía de su abuela que es quien lo ha llevado hasta allí. Por primera vez en el cuento coinciden estos tres personajes dentro de un mismo escenario: la sala de la casa de Celina. El trabajo minucioso y sutil de Felisberto nos ha dejado entrever el paralelismo (antitético) que se dibuja entre los personajes femeninos. El narrador, al principio del fragmento, se vale del juego de las luces para inducirnos atencionalmente: la sala se reduce de pronto a un pequeño sector iluminado donde se ubica el piano, el alumno y la profesora. Y por supuesto, la abuela. Pero la abuela, rápidamente, queda en penumbras. Cualquier otro escritor, tras esta clara decisión, optaría por mostrarnos lo que sucede entre los personajes pintados por la claridad. Pero no Felisberto. La abuela, ese personaje apartado que parece escapar del radio de cualquier tipo de interés, es sorpresivamente el foco, el centro de atención. El narrador se vuelve hacia ella como si quisiera salvarla de ese anonimato de oscuridad. Y allí aparecen las poéticas comparaciones, el detalle preciso, la imagen que trasciende. Cuando pensamos que ese personaje ha sido abandonado en su sillón de sombras, hábilmente se desliza el narrador, toma una linterna y lo enfoca. El macro desconcierto de Felisberto, se construye desde y hacia lo micro.




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